Ira Dei

Autor: Mariano Gambín
Género: Thriller
Serie: Primer libro de la serie La Laguna
Publicado en: 2010
Sinopsis: La Laguna. Tenerife. Los trabajos de excavación de una obra dejan al descubierto, accidentalmente, una cripta subterránea. En ella se amontona un grupo de cadáveres que presentan una mutilación especial, pertenecen a personas desaparecidas en el siglo XVIII. La policía sigue la pista de otro asesinato ocurrido días antes. El inspector Galán constata que la víctima ha sufrido la misma mutilación que los cadáveres de la cripta. ¿Casualidad? La Laguna, fascinante y desconocida, renacentista y barroca, es el escenario en el que interactúan cuatro personas sin aparente relación —un inspector de policía, una arqueóloga, un funcionario de hacienda en excedencia y una periodista—, cuyas pesquisas se entrecruzan en el presente siguiendo rastros que se hunden en el pasado de la ciudad.

Opinión:
Últimamente me ha dado por leer un tipo de libros que encajan perfectamente en la definición de libros de autobús, así puedo dedicarme mejor a leer un libro que he estado esperando durante mucho tiempo, Danza de dragones de George R. R. Martin. Obviamente Ira Dei encaja dentro de ese grupo, libros intrascendentes que lees, te entretienen y los olvidas.

Siempre que empiezo a leer un libro de intriga, o un thriller como es el caso, me pregunto qué inicio tendrá, ¿será de los que te van metiendo poco a poco en la historia o de los que te zambullen directamente en el misterio a resolver?. Con tres asesinatos en los dos primeros capítulos, Mariano Gambín consigue meterte el gusanillo en el cuerpo desde las primeras páginas.
Pero un buen comienzo no asegura una buena continuación, y eso es lo que le pasa a este libro, que va de más a menos. La historia en sí es buena, un asesino que mata con el mismo modus operandi que se empleó en otros asesinatos acaecidos en el mismo lugar hace más de doscientos cincuenta años pero de los que no se tenía constancia en los archivos históricos. La pena es que ha fallado la forma de desarrollarla, en especial el tratamiento que se da a los personajes.

No me convence nada la periodista novata a la que todo le sale bien y es capaz de sacarle a la gente información que queda fuera del alcance del resto de compañeros de profesión. No obstante no es el personaje que menos me gusta, ese puesto se lo reservo a Ariosto, un inspector de hacienda en excedencia que más parece un príncipe del Renacimiento que un funcionario de carrera, pues sus conocimientos abarcan cualquier campo imaginable que pueda ser de utilidad para la investigación.
Pero si no fuese suficiente con eso, Ariosto conoce a todo el mundo y se lleva bien con todos ellos, especialmente si poseen cualquier información o habilidad que resulte vital para descubrir al asesino. ¿Aparece un documento histórico clave pero en tan mal estado que ningún conservador ha sido capaz restaurarlo? no pasa nada, Ariosto conoce a un personaje de dudosa reputación que ha desarrollado una técnica única capaz de restaurarlo, y que además está dispuesto a dejar sus quehaceres diarios para hacerlo lo antes posible, a cambio de dos botellas de Eiswein.
¿Se ha estropeado el secuenciador de ADN (modo ironía on) que tienen en todas las jefaturas de policía de España (modo ironía off)?, Ariosto aparece al rescate:
"Por una de esas casualidades, querido amigo, ha llegado a mis oídos que el secuenciador de ADN que utilizan las fuerzas de seguridad se ha… ¡qué pena!, averiado transitoriamente. Y yo me he preguntado, ¿qué podría hacer para ayudar en este contratiempo a mi buen amigo Galán? Y hete aquí que en lo más recóndito de mi memoria y de mi agenda telefónica ha aparecido, ¡oh, sorpresa!, el número de mi excelente amigo el catedrático de Biología Molecular, el bueno de Pedro Samper. Y se me ha ocurrido, ¿aprobaría Galán que le llamara y consiguiera que distrajera de los nobles propósitos científicos la maquinita de secuenciación que ellos tienen en la Facultad?"
Y eso son solo un par de ejemplos.

Conforme avanzaba la trama mi interés por el libro iba disminuyendo, hasta llegar al final, que no es sino una copia del final de "El silencio de los corderos", gafas de visión nocturna incluidas. Pero lo que Thomas Harris plasma tan bien en su libro y Jonathan Demme consigue llevar al cine como una de las escenas más inquietantes que he visto, aquí se convierte en algo caótico y que me ha sido muy difícil de visualizar, teniendo que releer el final varias veces hasta conseguir enterarme bien de lo que estaba pasando.

No obstante esto es solo mi opinión y, afortunadamente para el autor, no todos la comparten (aquí tenéis un ejemplo).

Valoración: Dos estrellas y gracias. Pretende entretener y lo consigue, aunque a duras penas.

Más libros de la serie:
El círculo platónico

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